A la luz del fogón se cuentan historias fantásticas y en ocasiones imposibles de creer. La de aquella noche, incluía serpientes con poderes sobrenaturales, a las que las mujeres embarazadas deben de temer. Aquellos reptiles reciben el nombre de cincuates y aunque su nombre nos haga pensar que no tienen amigos, su apelativo en náhuatl hace alusión al maíz.
Muchas personas tienen la creencia de que cuando un cincuate tiene hambre, éste puede hipnotizar a las mujeres cuando están amamantando y entretener al bebé con la punta de su cola para tomar la leche de la madre. La historia parece sacada de un libro de terror, pero ¿en verdad puede pasar esto?
Para un gran número de personas en el mundo, digerir leche no es un problema. Nuestro cuerpo produce una sustancia llamada lactasa, que nos ayuda a digerir la lactosa, que es la azúcar de la leche. De esta forma, los humanos, y de hecho todos los mamíferos, pueden ser amamantados y aprovechar las azúcares de la leche cuando son bebés. Algunas personas dejan de producir lactasa en el transcurso de su vida y tomar leche se traduce en tener una fuerte diarrea y/o gases; ellos forman parte de entre el 9 y 30% de mexicanos que son intolerantes a la lactosa. El intervalo es amplio pues depende la zona geográfica del país que se hable. Mientras que en el norte un menor número de personas son intolerantes a la lactosa en el centro se registran los números más elevados.
Regresando al tema de las serpientes y los reptiles, los bebés de estos animales no son amamantados, pues sus madres no tienen glándulas mamarias. Además, estos animales no producen la preciada lactasa de los mamíferos. En otras palabras, los reptiles, incluido el satanizado cincuate, son intolerantes a la lactosa. ¿Te imaginas que le sucedería a un cincuate si se comiera un plato de cereal con leche?
Redacción: Eduardo González