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Sirenas, la historia detrás del mito.


¡Sirenas! Gritaban los marinos de la época colonial cada vez que unas extrañas figuras salían a la superficie en aguas del Caribe Mexicano. Los navegantes aseguraban haber visto sirenas, no obstante su belleza era muy diferente a la que se describe en los cuentos de hadas. Pero, ¿eran sirenas realmente?

Los individuos encontrados por los navegantes aún existen y pertenecen a un grupo denominado sirenios. Sus cuerpos de color café grisáceo, son robustos y alargados, alcanzan cerca de una tonelada y media de peso y hasta 4 metros de largo. En sus aletas redondeadas relucen tres pequeñas uñas. Sus colas poseen la forma de un abanico y sus extraños rostros son achatados, con bigotes y ojos diminutos. Estos singulares animales son completamente inofensivos. Viven en ambientes cálidos donde se junta agua dulce con salada, como ríos y lagunas; aún así no es extraño encontrarlos en el mar cerca de la costa. Son completamente herbívoros y acostumbran pastar en el fondo marino, motivo por el cual en algunos sitios se les conoce como vacas marinas, aunque su nombre científico, -Trichechus manatus-, proviene del griego trichos (pelo), y ekh (tener). El término manatus por otro lado tiene dos posibles orígenes, el primero del griego manus (manos) y se refiere a que en ocasiones los manatíes utilizan las aletas pectorales para acercar la comida a su boca. El segundo sugiere que el término proviene de la palabra india manatí que significa pechos de mujer.

Aún cuando sus hábitos marinos podrían hacernos pensar que son peces, en realidad los manatíes son mamíferos como nosotros y por lo tanto nacen de su madre. Su periodo de gestación es de poco más de un año y durante sus primeros meses de vida se alimentan de leche. Las hembras tienen un par de glándulas mamarías a la altura de las axilas, justo por debajo de las aletas, y en ocasiones al amamantar a sus crías parecen envolverlos en un tierno abrazo que los protege de la corriente acuática. Esta particularidad anatómica contribuyó a que se les confundiera con sirenas.

Los manatíes poseen algunos pelos distribuidos por todo su cuerpo, sin embargo no presentan pelaje abundante. La parte más peluda de los manatíes es el hocico, ya que tienen numerosos bigotes acortados que les brindan habilidades sensoriales.

Como cualquier otro mamífero, los manatíes tienen pulmones y respiran aire de la atmósfera. Por lo general realizan buceos cortos que duran de dos a tres minutos, pero pueden permanecer sumergidos por más de 20 minutos.

La distribución de esta especie abarca desde Florida en Estados Unidos hasta el Caribe, recorriendo la costa americana. En México habitan en los estados de Veracruz, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, e incluso se les llega a encontrar en el norte de Chiapas, en lagunas y riachuelos provenientes del Golfo de México. A pesar de ser animales muy carismáticos, la caza desmedida y las malas prácticas pesqueras los han colocado en un grave peligro de extinción, por lo que en los últimos años nuestro país se ha preocupado por su conservación y cuidado. Además, desde 1999 cada 7 de septiembre se celebra el ‘Día Nacional del Manatí'.

Ahora ya sabes que aquellas criaturas que los marinos confundían con sirenas eran en realidad manatíes que salían a respirar y que dichos mamíferos forman parte del grupo de los sirenios.

Redacción: Andrea García

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