Tal vez a las alturas, a quedarte solo, a los lugares cerrados o a algo tan pequeño que evitas a toda costa.
En un ecosistema existen eslabones que interactuan entre sí, y permiten que las poblaciones se mantengan en un número equilibrado de individuos. En el caso de los animales, la mayoría de los eslabones tienen un depredador, que casi siempre es de mayor tamaño. Esta situación no ocurre con los elefantes, ellos viven en la sabana africana, que es una región cubierta de pastos y arbustos. Si en algún momento llegara a aumentar la población de elefantes africanos, los arbustos no alcanzarían para alimentar a todos, pero si los elefantes dejaran de existir, los arbustos cubrirían más terreno, modificando la dinámica de vida en la sabana.
En toda la sabana sólo un arbusto es respetado por los elefantes, ellos se mantienen alejados, ya que ahí vive su peor miedo. En dicho arbusto se encuentra un eslabón muy pequeño de la cadena alimenticia: las hormigas.
El arbusto respetado por los elefantes es la acacia (Acacia drepanolobium). Éste árbol tiene ramas cubiertas por pequeñas espinas. Las hormigas ocupan el espacio de sombra como refugio y como fuente de alimento, pues en la base de las espinas, se forma un saco bulboso donde la acacia secreta un néctar que les gusta comer a las hormigas.
Si el elefante llegase a comer una acacia, las hormigas treparían su enorme cuerpo, metiéndose por sus orificios nasales, morderían el interior de su trompa y la membrana de sus ojos, hasta que el elefante tuviera miles de heridas imposibles de sanar que lo llevarían a la muerte o lo dejarían malherido.
Es así como un pequeño animal puede estabilizar el consumo vegetal, y ayudar así, a controlar el crecimiento de una especie mucho más grande que ellas.
Redacción: Claudia Fabian