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Oda a una flor - Richard Feynman


Alrededor de estos días muchos celebran las palabras ‘amor’ y ‘amistad’, otros viven la inestabilidad meteorológica de un invierno en su punto medio y no se ocupan de las necesidades que trae consigo una celebración comercial. Sin profundizar más en las posturas y el dinamismo de los muy variados estados anímicos o gustos por las celebraciones, yo quiero celebrar hoy el pensamiento científico de un gran físico estadounidense, Richard Feynman.

Feynman (1918-1988) fue un destacado investigador en el área de la física de partículas y computación cuántica. Sus trabajos en conjunto con otros investigadores le valieron el Premio Nobel de Física en 1965 por su contribución al estudio de las interacciones entre partículas subatómicas; de dicho trabajo ganador del máximo galardón de la ciencia, se derivaron los famosos (entre los estudiosos de física) “diagramas de Feynman”.

El día de ayer, 15 de febrero, se cumplieron 27 años del fallecimiento de Richard Feynman, es por ello que más allá de enumerar los logros y la vida de nuestro personaje conmemorado, quiero compartir las palabras que me llenaron de sensaciones la piel, la garganta y me causaron gratitud al sentirme identificado. Personalmente puedo encontrar belleza en días indistintos, en sitios no señalados para su búsqueda, fascinarme y sentir pasión por el anhelo de comprender la grandeza de la vida y los fenómenos naturales, por eso me fue tan grato conocer estas palabras que concuerdan mucho con mi opinión a la misma cuestión:

“Tengo un amigo artista y él en ocasiones adopta una postura con la que yo no estoy muy de acuerdo. Él sostiene una flor y dice: -Mira que bonita es-, y en eso coincidimos. Pero sigue diciendo: -Ves, yo como artista, puedo ver lo bello que es esto, pero tú como científico, lo desmontas todo y lo conviertes en algo insustancial- (o aburrido).

Y entonces pienso que él está diciendo tonterías. Para empezar, la belleza que él ve también es accesible para mí y para otras personas, creo yo. Aunque quizá yo no tenga el refinamiento estético que él tiene, puedo apreciar la belleza de una flor.

Al mismo tiempo, yo veo mucho más en la flor que lo que ve él. Yo puedo imaginar las células que hay en ella, las complicadas acciones que tienen lugar en su interior y que también tienen su belleza. Lo que quiero decir es que no sólo hay belleza en la dimensión que capta la vista, sino que se puede ir más allá, hacia la estructura interior, ¡también los procesos! El hecho de que los colores en las flores hayan evolucionado y atraigan a los insectos, significa que los insectos pueden apreciar el color. Eso añade preguntas: ¿el sentido de la estética también lo tienen las formas de vida menores de la naturaleza? ¿Por qué razón les resulta estético?

Toda clase de interesantes cuestiones surgidas del conocimiento científico no hacen sino sumarle misterio e interés a la impresión que deja una simple flor, no entiendo cómo podría restárselo.

Te comparto el vídeo de la entrevista realizada por la BBC de Londres y espero que hayas disfrutado de estas palabras y las compartas con más personas si es que te agradaron.

Fotografía de Tamiko Thiel 1984.

Redacción: Antonio Nambo

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