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De cadáver a vampiro.


1968 La noche de los muertos vivientes (foto) 11.jpg

Cuando Mary llevó a enterrar a su esposo, no pensó que durante la noche el rígido Frank pudiera cobrar vida y caminara por el pueblo succionando la sangre de sus vecinos. Al menos eso fue lo que imaginó al encontrar el cadáver de Frank desenterrado, con la vista perdida y la boca llena de un líquido rojo. Si esto te ocurriera, pero vivieras en pleno siglo XVIII ¿qué hubieses pensado?

Estas anomalías hicieron que los científicos indagaran sobre los cambios que experimentan los cuerpos humanos tras la muerte. Lo que nos permitió conocer que, como todo pedazo de carne, el difunto se pudre y se desintegra cuando está expuesto al ambiente o incluso cuando se encuentra metros bajo tierra; esto genera gases que impregnan al difunto de un olor característico y que hinchan el cadáver, empujando la tierra que recién se ha colocado sobre él. En algunos casos, si la sepultura es poco profunda, los gases provocan que la tierra se abra y nos muestre al occiso. Esta explicación podría resolver el porqué Mary encontró a su esposo fuera del sepulcro, ya que hace algunos siglos no se usaban ataúdes para enterrar a la gente común y corriente. Sin embargo, aún nos falta explicar el misterio de la sangre y de los ojos.

Los mismos gases que se producen después de la muerte, buscan una salida del interior del cuerpo lo que los lleva a escapar por la boca, arrastrando consigo líquidos como la sangre. Además, hinchan los glóbulos oculares haciendo que los párpados se separen desmesuradamente y los ojos parezcan tener una expresión claramente demoníaca.

Los líquidos que lograron escapar por la boca del cuerpo de Frank no coagularon, ya que desde su muerte todo el conjunto de moléculas que permiten este proceso dejó de funcionar. Esto hacía que cualquier cadáver con esas mismas características entrará inmediatamente en la categoría de vampiro o poseído por el demonio.

En aquel entonces se creía que las prostitutas y los suicidas eran los candidatos ideales para experimentar estos fenómenos, por lo que se les negaba una sepultura en los cementerios comunes, palabra que, dicho sea de paso, viene del griego "kometerion" y significa lugar donde se duerme.

En la imagen: Fotograma de la película "La noche de los muertos vivientes" 1968.

Redacción: Eduardo González

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