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Las huellas del pequeño venado.


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Dos ejemplares de peyote. El peyote de la parte superior es llamado "abuelo", esto se sabe gracias a la gran cantidad de divisiones presentes, lo que indica una edad avanzada. El peyote de la parte inferior muestra un fruto rojo en el centro.

Un selecto grupo saldrá en busca de los “hikuri” siguiendo al líder, llamado Mara’akame, quien los llevará a las sagradas montañas de campos y aguas cristalinas, donde regresarán las “Primeras Gentes” cuando acabe el mundo y la unidad del todo esté de vuelta en ese mismo sitio. La travesía terminará cuando el líder arroje una flecha e indique, que ha encontrado ‘las huellas del pequeño venado’.

El sitio sagrado entre las montañas es conocido como Wirikuta y se encuentra en el estado de San Luis Potosí, en México. Las huellas del venado son el cactus sagrado de las tribus huicholes, el peyote.

Cuando los colonizadores europeos llegaron a México, encontraron fuertes vínculos en varias regiones nativas entre el peyote y sus rituales, e incluso su comprensión del origen y funcionamiento del mundo. Desde la llegada de los europeos, el peyote provocó persecución, prohibición y controversia. Las prácticas de represión en contra de los rituales nativos y el intento de exterminio de la planta en sí, fueron llevados a cabo por grupos religiosos y por quienes tomaron el gobierno, todo esto alentado por las creencias cristianas traídas desde Europa.

Existen evidencias del uso de peyote en ceremonias que se remontan hasta hace 7000 años de antigüedad. Una de las primeras crónicas sobre su uso fue la de fray Bernardino de Sahagún, quien basado en relatos históricos estimó que por lo menos 2000 años antes de la llegada de los españoles a México, las prácticas ceremoniales con el peyote ya se realizaban.

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Pieza artesanal huichol. En el centro se muestra la figura del peyote como un elemento cultural importante de dicha étnia.

Se le denomina peyote de manera estricta a los cactus de dos especies, Lophophora williamsi y Lophophora diffusa. Estas contienen más de 30 alcaloides (químicos producidos por el metabolismo de un organismo, que contienen nitrógeno y son de naturaleza alcalina), siendo los principales la mescalina, además de otras feniletilaminas e isoquinolinas psicoactivas.

Arthur Heftner logró aislar por primera vez el principal compuesto activo del peyote en 1896. A dicho compuesto se le nombró mescalina, debido a que se extrajo de los cactos secos del peyote, conocidos comúnmente en algunas regiones mexicanas como ‘botones de mezcal’. La estructura química de la mescalina es muy similar a la de otro químico llamado norepinefrina o noradrenalina, que es una hormona producida de manera natural en nuestro cerebro como respuesta a situaciones de estrés. La dosis activa de la mescalina va de 0.4 a 0.8 gramos al administrarse de forma oral.

Los efectos alucinógenos del peyote incluyen visiones coloridas y caleidoscópicas; también suelen modificarse los sentidos del oído, del gusto y el tacto. La intoxicación con peyote puede dividirse en dos etapas. La primera es llevada por la intensificación de los sentidos y un estado de satisfacción generalizada. En la segunda viene un periodo de gran calma y pesadez muscular, además se vive una disminución en los estímulos externos pero un aumento en la concentración meditativa. Los huicholes también reconocen ambas etapas; a la primera la denominan “el puente hacia las nubes estruendosas” y la segunda, “la separación de la nubes”.

El aislamiento de la mescalina y su descripción, permitió sintetizarla en laboratorios. Su síntesis incitó el cuestionamiento de los aspectos que envuelven al ritual del peyote. Sin embargo, la comprensión de los procesos neurológicos aún presentan incógnitas a nuestra comprensión y la visión o las reflexiones generadas durante la intoxicación que puede generar dichos usos, es algo que el ser humano probablemente nunca podrá definir como algo medible.

Referencia: Evans Schules R. y Hofmann A. 2000. "Plantas de los Dioses. Orígenes del uso de los alucinógenos" Fondo de Cultura Económica, Mexico. 208 p.p.

Redacción: Antonio Nambo

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