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Sin alas para defenderse.


Hace mil años, un grupo de colonos de Nueva Zelanda llamados maoríes, llegaron sin invitación a una gran obra de teatro que se llevaba a cabo en las islas de Nueva Zelanda desde hace más de 90 millones de años. Seguramente se imaginaron que se trataba de una obra de terror, pues las islas estaban llenas de monstruos. De todos aquellos seres destacaba uno de casi tres y medio metros de altura. Aunque su falta de alas podría haberlos hecho dudar de la naturaleza de aquella bestia, las plumas, el gran pico y su único par de patas hacían gala de tratarse de un ave: las moas.

Como en cualquier otra parte del mundo, en este sitio se llevaba a cabo la gran obra de teatro de la Naturaleza en la que participaban, como actores principales, los animales, las plantas, los hongos e incluso las bacterias y los protozoarios. Sin embargo, hasta antes de la llegada de los maoríes, esta representación en Nueva Zelanda no contaba con la presencia de los mamíferos, siendo muchos de ellos competidores o depredadores de las aves.

A la manera de ratas o conejos, las moas hacían sus nidos en forma de madrigueras a nivel del suelo. Del mismo modo que los ciervos, comían plácidamente a la luz del día sin graves riesgos de ser devoradas, lo que les permitió alcanzar pesos de más de 250 kilos. En este escenario, sin felinos feroces, el mayor depredador era el águila de Haast, quién alcanzaba hasta tres metros de envergadura y quince kilos de peso, un verdadero misil por los aires a la hora de cazar.

El final del primer acto llegó con la colonización de la isla por parte de los maoríes. Descubrieron que aquellos "monstruos" poseían carne muy sabrosa y comenzaron a cazarlos desmesuradamente, esto se muestra en la recreación que se hizo en la imagen. Además, los inseparables amigos del hombre llegaron con él para poblar la isla: las ratas y los perros, que seguramente se dedicaron a comer los huevos de estas aves.

La obra de teatro para las moas llegó a su fin en el siglo XIII. Pero no fue sino hasta cinco siglos después, durante los épicos viajes navales de la época Victoriana que se encontraron enormes huesos de estas míticas aves que fueron descritos por el naturalista Richard Owen en el Museo de Historia Natural de Londres. Él las clasificó en el grupo de las ratites, un grupo de aves a las que les falta un hueso conocido como quilla, en el que se anclan los músculos usados durante el vuelo, lo que les brinda un esternón con forma plana.

Desde entonces, muchos investigadores han intentado descubrir la razón de la extinción de estas enormes aves y aunque en algún momento se postuló al cambio climático, lo cierto es que su caza inmoderada y la destrucción de su hábitat fueron el factor clave.

Actualmente, la obra de teatro está próxima a terminar para muchas especies. ¿De qué manera la humanidad podrá contribuir a que esto no suceda?

Para saber más sobre los moas y su extinción.

Sobre el hábitat y la ecología de estos animales

Imagen tomada de Wikipedia.

Redacción: Eduardo González

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