En 1968, Erich von Däniken, aseguraba en su libro “Recuerdos del futuro” que muchas de las civilizaciones del pasado como los incas, los mexicas o los mayas habrían recibido la visita de seres extraterrestres que les revelaron grandes secretos tecnológicos y científicos. Además, hace más de 2000 años les habrían pedido construir las líneas de Nasca en Perú, para funcionar como pistas de aterrizajes de sus naves en nuestro planeta.
Ya que no siempre son rectas resulta incorrecto para los arqueólogos llamarlos líneas, por lo que reciben el nombre de geoglifos -trazo en la tierra- . Los geoglifos se encuentran en el desierto de Perú, donde el suelo es oscuro debido a la presencia de fierro en la superficie, el cual a lo largo del tiempo se ha oxidado al encontrarse a la intemperie, dándole esa tonalidad que contrasta con la capa inferior que es casi blanca. Los constructores de mitos sobre la cultura Nasca se aprovecharon de esto para hacer resaltar sus inmensos trazos escarbando en la tierra y colocando los escombros a los costados de los senderos.
En el desierto de Nasca la lluvia es escasa -15 mm al año- y debido al color oscuro del suelo el aire cercano a este se calienta e impide que las corrientes de viento toquen la superficie y erosionen el terreno. Todas estas características han hecho que más de 300 geoglifos se conserven en buen estado hasta nuestros días.
En 1949, la astromatemática y arqueóloga alemana, María Reiche, llegó por primera vez a las pampas de Nasca enamorándose para siempre del lugar, lo que la llevó a estudiarlo por más de 50 años hasta el día de su muerte. María elaboró mapas del sitio y encontró pruebas que le permitieron afirmar que el conjunto de geoglifos constituía un gran calendario astronómico y que el tamaño respondía a la necesidad de que fuera visto por sus dioses desde el cielo. Teorías más recientes afirman que se trata de un sistema religioso en el que se pedía agua a los dioses, ya que en muchos sitios a lo largo de los trazos se han encontrado elementos que lo sugieren, por ejemplo, conchas de animales marinos. Además de que algunos de los geoglifos se encuentran orientados hacia lagos u oasis en la lejanía.
Aunque no se tiene certeza total de las hipótesis arqueológicas actuales, resulta inútil darle credibilidad a las excéntricas ideas de von Däniken, las cuales no poseen pruebas, sólo meras especulaciones de lo que él considera cierto. Por ejemplo, en su libro no explica de qué manera funcionarían las supuestas pistas de aterrizaje. Sus libros además de “fama” en los medios de comunicación, le han traído grandes beneficios económicos. Esto se contrapone a la ardua labor de decenas de investigadores que han buscado encontrar respuestas siguiendo una lógica y coherencia basadas en pruebas y comparaciones.
La última respuesta la tiene el lector, quien tiene la obligación de estar informado antes de tomar una posición sobre cualquier tema. De esta manera sabrá discernir entre la verdadera ciencia y la pseudociencia.
Para saber más sobre los geoglifos.
En la imagen podemos observar a María Reiche en sus tan amadas líneas de Nasca.
Redacción: Eduardo González