Dos gemelos fueron dejados en una cesta en el río Tíber y viajaron hasta un pantano, en donde terminaron su navegación fluvial al atrancar en las raíces de un árbol. Luperca rescato a los dos gemelos, los amamantó y cuidó de ellos hasta que fueron encontrados por Faustolo.
La historia de los gemelos Rómulo y Remo, hijos del dios Marte con Rea Silvia, constituye la leyenda sobre la fundación de Roma. Luperca representa una de las entidades con las que se identifica a Marte, un lobo y en este caso, una loba. Al ser la loba un mamífero, presenta una característica única y propia de este grupo: tiene glándulas mamarias.
Las glándulas mamarias o mamas constituyen la fuente de leche, que es el primer y mejor alimento que cualquier mamífero puede ingerir al comenzar su vida. Aunque ambos sexos tienen las estructuras, generalmente en los machos no sé produce leche y no se encuentran desarrolladas las mamas. La leche llega hasta la boca de las crías por una región de tejido cutáneo texturizado, similar a una goma, llamada tetilla o pezón.
Las mamas y los pezones pueden situarse en cualquier parte sobre la denominada “línea de la leche”, que inicia en el área pectoral, atraviesa la región abdominal y llega hasta la parte inguinal o ingle. La cantidad de pezones y mamas que se tiene es variable, aunque la mayoría las presenta en un número par. Su posición y cantidad indica el modo de vida del grupo específico, la cantidad de crías que se tiene en general y su historia evolutiva particular.
Los primates tenemos un par de mamas situadas en el pecho y se relaciona con la forma de cargar a las crías y la vida arborícola ancestral de todos los primates. Los animales con pezuñas tienen las mamas cerca de las patas, en la región inguinal. Los manatíes tienen pezones detrás de las aletas frontales, cerca de las axilas, y pueden amamantar a sus crías nadando junto a ellas y en ocasiones sostenerlas a manera de abrazo para protegerlas de la corriente acuática. Los perros y gatos tienen varios pezones, aunque en los gatos cada cría elige su ‘tetilla perfecta’ y siempre se alimenta de esa, mientras que en los perros cada cría se alimenta de la más cercana sin importar cual tomó.
El pezón embona en la boca de las crías y permite la salida de leche al succionar, pero actúa como válvula de cierre al finalizar la succión, evitando que el líquido se derrame. Los pezones conectan con los ductos lactíferos o ‘ductos de leche’, permitiendo la salida de leche por la parte central de la tetilla. Los pezones se endurecen al ser estimulados, facilitando así el acto de amamantar y produciendo el llamado “reflejo hormonal de relajación”, que desencadena reacciones que favorecen la producción y expulsión de leche.
Cuando un bebé humano recién nacido es tocado en la mejilla, éste voltea hacía ese lado y busca el pezón. Dicha conducta de nacimiento llamada ‘reflejo perioral’, es una muestra de la búsqueda nata del pezón para alimentarse. La búsqueda y apego al pezón por parte de las crías es una conducta de nacimiento que presentan todos los mamíferos.
En la leyenda romana de Rómulo y Remo, los protagonistas hacen uso de una conducta ancestral de los mamíferos que les permite sobrevivir y que posteriormente llevaría a Rómulo a la fundación de la capital de un gran imperio. El éxito de los gemelos y de todos los mamíferos está ligado a muchas de nuestras adaptaciones y sin duda una de ellas es portar un mecanismo de producción de tan nutritivo alimento.
La imagen muestra una estatua de bronce presente en los 'Museos capitolinos' en Italia, que representa a Luperca o 'Lupa capitolina' amamantando a Rómulo y Remo.
Redacción: Antonio Nambo