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‘Sangre de tunas’


Desde tiempos muy remotos, distintas civilizaciones han dejado huella de los aspectos más relevantes de su vida y desarrollo en comunidad. Una manera de expresar aquellos sucesos fue la pintura; mientras la cerámica, pieles, papel, cuevas y edificaciones (por mencionar algunos) fungieron como lienzos, los extractos de animales y plantas llenaron de color dichas representaciones. Los aztecas y otros pueblos precolombinos tiñeron su arte, colorearon sus ropas y pintaron sus cuerpos con un pigmento muy especial que alcanza intensas tonalidades rojas y es conocido como ‘nocheztli’, que en náhuatl quiere decir ’sangre de tunas’. Los indígenas obtenían este precioso tinte al secar y posteriormente moler la grana cochinilla, un insecto parásito (Coccus cacti) que se aloja en los nopales de los géneros Opuntia y Nopalea principalmente. La grana cochinilla sumó gran importancia como uno de los colorantes dentro del ámbito prehispánico y fue sumamente cotizada, incluso formó parte de la cosmovisión indígena. Una leyenda de la región de Oaxaca cuenta que dos de los dioses más poderosos de la región, se enfrentaron en una feroz pelea por la posesión de un gran sembradío de nopales. “La pelea fue tan sanguinaria que ambos dioses fallecieron quedando su sangre derramada en las pencas de los nopales, la cual se convirtió en la grana cochinilla. Los otros dioses que observaban la batalla, decidieron cubrir los cuerpos de los guerreros y los nopales con un manto blanco”. Compuesta por ácido carmínico, la grana cochinilla es un colorante que por sus características fue una auténtica conquista científica del indígena mexicano que traspasó fronteras con la llegada de los españoles. Su gran colorido y sus múltiples aplicaciones sorprendieron a los europeos. El producto cobró tal relevancia, que incluso llegó a ocupar el lugar privilegiado que antiguamente le correspondía a la púrpura de Tiro (colorante de gran valor obtenido a partir de moluscos), pues fue empleado para teñir el traje talar de los príncipes de la iglesia y los mantos de la realeza. Tanto prestigio alcanzó, que hoy todavía usamos la palabra ‘granado’ para hacer alusión a algo selecto, ilustre y escogido. A inicios de la época colonial algunos estados de nuestro país, principalmente Oaxaca y Tlaxcala, cultivaban la grana cochinilla de manera importante, lo que se tradujo en una era de prosperidad para los indígenas de aquellas regiones. Lamentablemente, fue en esta misma época donde el esplendor de esta industria se vio seriamente afectado. Mucha gente lucró con la grana cochinilla. La avaricia de los intermediarios 'obligó' a los indígenas a explotar el cultivo de manera inocua y además, en los mercados locales y en los puertos de importación había adulteraciones de la grana, esto aunado a una serie de intrigas entre los diferentes poderes de la Nueva España. El tiro de gracia se recibió a finales del siglo XIX con el descubrimiento de los tintes a base de anilinas que eran mucho más baratos y puros. En la actualidad la grana cochinilla comienza a tomar fuerza en el mercado, se emplea principalmente en la elaboración de medicamentos y como colorante de alimentos y cosméticos.

Redacción: Tania Benavidez

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