El tema del fracking es el centro de las cuestiones anteriores. Se trata de un método de extracción de gas y petróleo por medio de perforaciones en el subsuelo. Una vez que se llega a la profundidad deseada, se taladra horizontalmente y el pozo se recubre con concreto. Después, en la parte horizontal se inyectan a presión grandes cantidades de agua, arenas y mezclas de sustancias químicas, con el fin de fracturar las rocas y facilitar la extracción de los gases y petróleo atrapados en esas capas. La extracción resultante son lodos de desecho que deben ser cuidadosamente tratados antes de almacenarse o reciclarse. Los combustibles obtenidos, de dicha extracción, son mandados por gasoductos o vehículos hasta los lugares de distribución y consumo final. En éste proceso, encontramos cuestiones importantes que deben tomarse en cuenta, como el gasto de millones de litros de agua que se ocupan para generar la fractura hidráulica en los pozos y que es proporcional a la cantidad de desechos contaminantes que se obtiene. Los que apoyan el método del fracking argumentan un impulso al crecimiento económico del país, reducción del costo en los combustibles, la rápida generación de empleos y una menor producción de gases contaminantes generados para producir electricidad (quemar gas natural para producir energía genera menos contaminación que usar diesel o carbón).
Por otro lado, desde hace varios años se han documentando y estudiado los problemas ambientales y de salud a corto, mediano y largo plazo: contaminación de lagos, ríos, agua subterránea y suelo, generación excesiva e incontrolada de metano, inadecuado manejo de los productos post-proceso, la enorme cantidad de agua que el fracking necesita, entre otros.Además, cada vez hay más evidencia que relaciona la fractura hidráulica con pequeños sismos. El problema es que no sé sabe cuáles serían las repercusiones en zonas con fallas geológicas, o si estos pueden generar terremotos de mayor magnitud. Los últimos estudios sugieren que las zonas de pequeños temblores podría prolongarse a varios kilómetros de distancias de los pozos. Necesitamos valorar si los beneficios prometidos superan, o no, la serie de dudas y problemas que pueden presentarse. Hasta el momento, hay evidencia científica suficiente como para no permitir el fracking en México; deben realizarse más investigaciones y presentar mucho mejores soluciones a los claros impactos ambientales y de salud en la población. Algunos argumentan que siguiendo las normas adecuadas, los daños pueden minimizarse, pero sin un estado de derecho fuerte y con regulaciones estrictas, la situación podría salir de control. Te compartimos una infografía sobre el fracking.
Redacción: Patricia Torres