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¿Alguna vez imaginaste al hijo de una cebra... ¡que nació de una jirafa!?


Podríamos pensar en un simpático animal con el largo y elegante cuello de la jirafa, con la piel a rayas blanco y negro de la cebra. La combinación no sería descabella, ¡pues existe! Aunque solamente a medias y en realidad no es hijo de los dos animales en cuestión, sino más bien se trata de otro animal perteneciente al mismo grupo de las jirafas. El okapi (Okapia johnstoni) es el pariente vivo más cercano de las jirafas; a pesar de no poseer un inmenso cuello, sus características morfológicas lo relacionan sin duda alguna y de simple vista puede notarse cierto parecido con ellas. Un hecho importante que evidencia su parentesco con las jirafas, es que son anatómicamente muy similares a los primeros jiráfidos de los que se tiene registro y que datan de hace aproximadamente 23 millones de años, lo cual ha provocado que en ocasiones se les llame “fósiles vivientes”. Tras 50 años sin saber de este poco estudiado animal, en el 2006 se volvió a tener avistamientos de ellos. Hoy se sabe que viven en una región de difícil acceso para los exploradores, situada en un área pequeña de África central, dentro del Congo, donde el denso bosque los protegió de una posible caza desmedida tras ser reconocidos por exploradores belgas a finales del siglo XIX. Los okapis tienen una larga lengua prensil adaptada a su dieta herbívora y al igual que la jirafa poseen un par de cuernos. En su dieta también se incluyen hongos que pueden resultar mortales para los seres humanos debido a su toxicidad. Sin duda el aspecto más curioso en estos animales son sus rayadas patas a blanco y negro, siendo el resto del pelo corporal de color rojizo. Imaginar cruzas de animales puede resultar divertido, pero conocer a los que aparentan ser uno de ellos es asombroso. ¿Conoces otro animal que parezca ser la cruza de dos opuestos? ¡Comenta!

Redacción: Antonio Nambo

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