Cuando vemos un pavo real, además de la forma y tamaño de sus plumas, nos cautiva la variedad de colores que podemos apreciar en él; algo similar sucede con las burbujas de jabón, pues parecen tener la capacidad de cambiar de color. El fenómeno óptico por el que podemos observar un cambio de tono se llama iridiscencia, y se debe a la interferencia de la luz al reflejarse en una superficie irregular. Esta interferencia depende del ángulo de incidencia de los rayos de luz, en consecuencia, los tonos cambian cuando el objeto o el observador se mueven. Ahora cuando veas objetos con tonos tornasol sabrás que en realidad lo que sucede es que la luz que llega al objeto está rebotando en varias direcciones.
Redacción: Francisco Espinosa