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Mejor afuera que adentro.


Cine, palomitas, burbujeante refresco y a la persona de tus sueños; todo es perfecto. Intentas acurrucarte entre sus brazos y como si fuera efecto de la película, sale el sonido más estruendoso de tu cuerpo: eructo, sapo, gas o como prefieras llamarlo, acompañado de una sensación de bienestar. Los eructos, algunas veces incontrolables, no son otra cosa más que la salida del gas acumulado en la parte superior del estómago. Este gas proviene del aire que nos tragamos al comer, masticar chicle o tragarlo de manera inconsciente. Cuando existe mucho aire acumulado en nuestro estómago, se provoca la relajación de nuestro esófago, lo cuál permite que el aire escape hasta llegar a la boca, formando un eructo. Al ingerir bebidas carbonatadas, como los refrescos o la cerveza, nos tragamos una cantidad de dióxido de carbono (CO2) mayor al aire que normalmente ingerimos, lo que provoca eructos de "mayor intensidad" y muchas veces incontrolables. ¿Eructar es malo? La respuesta es negativa en la mayoría de los casos, de hecho a los bebés se les provoca el eructo para evitarles el dolor que les provoca el gas atrapado en sus pequeños estómagos "Mejor afuera que adentro".

Redacción: Eduardo González

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