Ambos procesos fisiológicos (hibernar y tener fiebre) están regulados por un aminoácido, "la tirosina", y una proteína que se encarga de regular sus niveles en la sangre: la globulina encapsuladora de tirosina (TBG). La tirosina aumenta el metabolismo en el cuerpo de un mamífero, es decir, aumenta el consumo de energía. Los niveles de tirosina en la sangre son regulados por la TBG, que a su vez, se regula por la temperatura corporal. Es decir, a mayor temperatura, menor encapsulamiento de tirosina y visceversa. Además la TBG, tiene un mecanismo que detecta fuertes infecciones y desencadena oleadas de tirosina en la sangre, lo cual aumenta el metabolismo, incrementa la temperatura corporal por encima del rango habitual y favorecer que las defensas naturales del cuerpo ataquen la infección. Aunque tener fiebre también tiene sus desventajas, las altas temperaturas corporales pueden dañar algunos órganos vitales como el cerebro, en especial durante la niñez. Entonces, ¿qué sucede con los mamíferos que hibernan? La acción de hibernar generalmente ocurre cuando la disposición de alimento es baja, sumando a esto la baja temperatura ambiental, anteponiendo dichos factores, la tirosina queda encapsulada en la TBG y por lo tanto el metabolismo baja al mínimo. Un estudio reveló que el 40% de los aborígenes australianos portan un par de mutaciones genéticas que disminuyen a la mitad el incremento metabólico generado por la tirosina. Esto facilita la supervivencia en un ambiente extremo como lo es el desierto australiano. Esta es una nueva evidencia del origen de adaptaciones evolutivas en poblaciones humanas.
Redacción: Antonio Nambo