Después de esta frase Simba escapa del que sería su reino, conoce a sus entrañables amigos Timón y Pumba con los que vive maravillosas experiencias. Años después por accidente se encuentra a Nala, su amiga de la infancia, quien le pide ayuda para quitar a Scar del trono; Simba enfrenta una feroz batalla con su tío y finalmente recupera su reino. Seguramente nada habría pasado si los creadores de 'El Rey León' hubiesen considerado el comportamiento de estos maravillosos felinos. Hoy en 'el cinéfilo aguafiestas' hablaremos de este clásico. El territorio de una manada de leones tiene distinto significado para las hembras y para los machos: para las felinas representa el lugar donde pueden encontrar sombra al calor del día, un sitio donde capturen presas y un escondite para criar a sus cachorros, para los machos significa principalmente el lugar donde se reproducen. Como las hembras son las que cazan, los machos tienen que preocuparse principalmente por evitar que posibles competidores entren en su territorio y se reproduzcan con las hembras de su manada. El territorio se hereda de una generación de leonas a la siguiente. Con los años, los machos de la manada llegan y se van, no establecen dinastías, se ven forzados a marcharse o son víctimas de una nueva generación de reyes leones. Para reproducirse con éxito, los machos jóvenes (como el caso de Scar) deben desplazar a los machos pertenecientes a una manada (Mufasa). A menudo lo logran a la fuerza y matando a las crías (Simba) pues así aseguran que las hembras estén receptivas sexualmente y se apareen con ellos cuando se hayan establecido en la manada. Al matar a las crías también aseguran que haya menos competencia por el alimento cuando nazcan sus hijos. Así que ya lo sabes, si consideras el comportamiento natural de los leones cuando veas la película, seguramente Simba hubiese muerto en manos de su tío Scar. Pero mejor no nos preocupemos y digamos Hakuna matata! Puedes consultar más información sobre la vida de los leones en 'El diario de grandes felinos: leones' de Jonathan Scott y Ángela Scott o en el siguiente enlace.
Redacción: Tania Benavidez